
Auto obsérvate. Conócete y comprende tu mente y te darás cuenta que la salud mental no es la ausencia de dificultades sino la lucidez y el coraje con la que enfrentas sus desafíos.
Hay una brecha entre lo que eres y lo que quieres ser. Observa esa brecha. Si allí hay combates y peleas internas investiga si realmente vale la pena poner energía en ello. Chequea sobre todo el “debería llegar a ser esto o aquello” pregúntate de dónde vienen esas ideas. ¿Son tuyas o acaso son mensajes ajenos que en vez de darte paz interna te la quitan? Tu salud mental depende de ello.
La mente humana está llena de prejuicios, de mecanicismos, de creencias y sesgos de todo tipo, mapas que le dibujan supuestas “seguridades”, pero que no son el territorio. Sin embargo, la mente también es capaz de encaramarse sobre las alas libres de la conciencia y observar sus propios límites. Cuando ocurre el mundo cambia porque ha cambiado el sujeto que lo habita.
Publicado revista MCLE Zürich
300 millones de personas en el mundo sufren depresión, 800.000 personas se suicidan, más del 36% de los estudiantes se ha visto afectado por alguna agresión escolar, más del 40% de los trabajadores a nivel mundial se sienten agotados y si sumamos a este pobre escenario la fealdad de la guerra, de la violencia y de la psicopatía normalizada cabe preguntarnos ¿qué estamos haciéndonos? ¿para qué nos estamos auto acorralando? De nada sirve el progreso tecnológico o científico, sino resolvemos estos desvaríos. El progreso material divorciado de la bondad y la salud mental es como un cuchillo en las manos de un inconsciente.
Todos somos responsables de comprender que la salud mental cuando sucumbe ante los intereses económicos o al ego humano todos corremos el riesgo de ser medicalizados, patologizados y entrenados hacia la enfermedad. La tristeza es normal y no tiene por qué ser depresión. La ansiedad es un mecanismo de alerta que no tiene por qué ser una patología. Esa tensión interna que sientes no tiene por qué ser un problema.
Lee las afirmaciones del mundo del entretenimiento con pensamiento crítico. La expansión morbosa de criterios diagnósticos en las redes sociales es, por decir lo menos, una muestra de la ignorancia y el poco respeto a la diversidad.
La presión cultural por etiquetar toda divergencia emocional y conductual como “trastorno” es una de las falacias más dolorosas de nuestro siglo en lo que se refiere a la salud mental. La sobre patologización es un síntoma de irresponsabilidad. Es decir, es síntoma de que no estamos comprendiendo nuestro mayor y más valioso tesoro: la libertad.