EL USO Y EL ABUSO DE NUESTRO DESEO DE PERTENECER
En los parágrafos 27 y 28 de la Encíclica Fratelli Tuti, el Papa nos pide reflexionar sobre los efectos de una cultura que esparce miedo y desconfianza. Al respecto señala: “La soledad, los miedos y la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonadas por el sistema, hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias”
A mi entender, este es un punto clave para comprender muchos de los fenómenos sociales más adversos de nuestros tiempos.
Para comprenderlo, aproximémonos al significado de mafia. Existen numerosas teorías sobre el posible origen de la palabra. Algunos piensan que procede del vocablo árabe mahya, ‘bravuconería, jactancia, chulería’. Otros creen que proviene de la antigua expresión toscana maffia, que querría decir ‘miseria’, o del sustantivo árabe mu’afah, que significa ‘protección de los débiles’.
Las tres acepciones, nos permiten comprender a lo que se refiere el papa Francisco. No pensemos en la mafia como la ha presentado el cine o el mundo del entretenimiento; pensemos en la mafia como esos grupos organizados que, por medio de la fuerza y la intimidación, excluyen y atemorizan a todas las personas que no compartan sus prácticas.
¿Y cómo hace esa exclusión? Por medio de dos herramientas muy poderosas psicológicamente. La necesidad de comunidad y el miedo al aislamiento social o sentir “no pertenecer a algo”
Todos ansiamos pertenecer a algo, sentirnos y sabernos aceptados por un grupo social que además nos brinde ayuda, afecto, comprensión y empatía. Desde la antigüedad, hemos buscado hacer comunidad y hemos tratado de unir esfuerzos para una meta común. Desde ese anhelo humano tan profundo han nacido las civilizaciones y todo tipo de cultura.
Nuestra naturaleza guarda esa necesidad del vínculo, del encuentro con el otro, de establecer una relación con los demás. Sin el vínculo, el ser humano desarrolla una patología. El aislamiento provoca muchos problemas psicológicos; por ejemplo, los niños que han crecido aislados no pueden desarrollar muchísimas habilidades cognitivas y sobre todo relacionales. Lo que quiero remarcar es que el vínculo con otros es sumamente importante para cualquier persona desde todo aspecto desde lo biológico porque le supone supervivencia (piense en el bebé sin una madre) hasta lo psicosocial porque le supone habilidades de convivencia de todo estilo. Y si integramos la dimensión espiritual, la importancia del vínculo adquiere esa hondura propia del encuentro humano en manifestaciones como el diálogo, el amor, la compasión, el ejercicio de actitudes empáticas, etc.
Podríamos concluir de una manera muy simple que necesitamos el vínculo y la comunidad para tener salud mental y social; y además, tener la posibilidad de amar y ser amados; de sentirnos libres y creativos ante la vida.
Ahora bien, si existe una comunidad cualquiera, es decir un tejido de vínculos que expulsa a los débiles, a los que no tienen recursos económicos, sociales o no poseen esos brillos culturalmente aceptados como: belleza, funcionalidad, operatividad, talento, aptitud, etc. ¿qué está haciendo esa comunidad?
Por ejemplo, se violenta al diferente, al que no tiene, al que no sabe, etc.. Se lo expulsa, se lo discrimina, se lo aparta. En otras palabras, se rompe el vínculo humano.
¿Cómo hemos llegado a tal actitud irracional? Por falta de reflexión y por haber permitido que la cultura se escriba desde los intereses materiales en lugar de surgir de la naturaleza misma del ser humano.
¿Qué pasa con todas esas personas que se sienten discriminadas o apartadas? Pues que buscan dónde ser aceptadas y además lo hacen desde la herida de la discriminación. Una herida que muchas veces es tremendamente violenta contra el grupo que le rechazó. De allí que muchas personas busquen la venganza o el dominio sobre los “que no le acogieron”.
Así nacen las “mafias”, grupos organizados que se benefician de estas heridas. Adicionalmente, la mafia juega con la promesa de “familia” y con el premio de “pertenecer”.
Los fundamentalismos, es decir, esa cerrazón mental de la gente por pertenecer a un grupo también se origina en este aspecto. Así han nacido las mafias económicas, comerciales, políticas, etc. Así también han nacido las pandillas, las mafias de migrantes, de mujeres, de niños, etc.
Ante este escenario, vemos con claridad que romper el vínculo humano es tremendamente irracional, es como una auto lesión del ser humano al ser humano. Algo tan ilógico como que su mano derecha ataque a su mano izquierda.
¿Y por qué continúa esta tendencia? Gracias al uso y abuso del miedo. Gracias a las promesas y los deseos inoculados en el ser humano de pertenecer a algo.
Si no haces esto, no tendrás aquello. Si no piensas así no eres parte de nada. Si no actúas de esta manera, te expulso y serás indeseable, descalificado, desvalorizado, etc.
Y al mismo tiempo que se usa y abusa del miedo, se juega con el deseo de pertenecer. Si haces esto, nos tienes a nosotros como tus incondicionales. Si piensas como nosotros seremos familia. Si actúas de esta manera eres miembro del grupo. Te protegeremos. ¿Proteger de quién o de qué?
Un juego con nuestro miedo ancestral de no pertenecer y una perversidad con nuestro deseo profundo de tener vínculos cercanos y ser parte de una comunidad.
Reflexione sobre si esto tiene algo que ver con “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.