Día Mundial de la Salud

Más allá del cuerpo, el misterio de lo humano.

La salud, desde el principio de la humanidad, nunca significó solamente la ausencia de enfermedad o de alguna disfunción corporal. De hecho, los antiguos siempre advirtieron que más allá del cuerpo, el ser humano contaba con una fuerza interna sanadora. Hipócrates lo señaló con claridad en estas palabras:: “La fuerza natural dentro de cada uno de nosotros es el mayor sanador de todos”. 

En la actualidad, esta frase cuenta con suficientes indicios científicos de veracidad, especialmente en el campo de la psiconeuroinmunología, que estudia cómo los estados psicológicos influyen en el sistema inmunológico y, por ende, en la salud física, como por ejemplo la relación entre el estrés crónico, la inflamación y las enfermedades cardiovasculares, metabólicas y autoinmunes; o también cómo la ansiedad y la depresión se asocian frecuentemente con trastornos gastrointestinales, dolores crónicos, fatiga persistente y enfermedades dermatológicas. 

Así que Hipócrates no solamente que tenía razón, sino que apuntaba a uno de los misterios que aún nos quedan por resolver y que afanan a miles de científicos: el papel de la conciencia en la salud humana.

Publicado revista MCLE Zürich

 Y es que el ser humano es mucho más que un cuerpo, es mucho más que un mecanismo biológico, somos una especie de río que siempre está en movimiento, abriendo cauces, cambiando los paisajes por los que recorremos y dejándonos cambiar por ellos y en esa fluidez, vamos desplegando nuestra vida en varias  dimensiones que danzan entre sí. Somos mente, cuerpo, íntimas relaciones con el mundo y con los demás y también, somos un misterio que pertenece al orden de la existencia configurado por algo más allá del tiempo y del espacio. 

Todos estamos atraídos por el orden de ese movimiento y este orden rebasa lo meramente biológico porque en él, existen fuerzas como el amor, la compasión, la belleza, el sentido, la misión, la vocación, la búsqueda de lo inefable, etc.. Vivencias que no merecen ser amputadas de una manera tan tosca e indiferente así como no merecemos nosotros mismos ser amputados  a lo meramente biológico, so pena de ser presas de una ceguera colectiva que nos pone a merced del control de los que dicen saber y no saber que es lo sano y que es lo enfermo. 

Que el día mundial de la salud sea un llamado a la rebeldía íntima y colectiva ante todo aquello que nos reduce a meros pacientes y reduce nuestra salud a indicadores biométricos o protocolos mecanicistas. No nos dejemos amputar ni convencer. Asumamos la responsabilidad de ahondar sobre la salud porque como todo lo humano, merece reflexión y ojalá una dosis de genuina curiosidad, de auténtica humildad y de sana reverencia.

Sobran las máscaras y las armaduras. No es necesario seguir a nadie, ni copiar a ningún ídolo. Para ser feliz hay que atreverse a ser auténticos.

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