Derechos Fundamentales sin Fronteras

Publicado revista MCLE Zürich

La Encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco nos invita, en varios apartados, a reflexionar sobre los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos. La preocupación del Papa es notoria en este tema. En varias referencias a lo largo del documento, el Papa insta a recuperar la noción de incondicionalidad de los derechos humanos y proteger su inviolabilidad más allá de las fronteras. 

Hay que comprender que cuando hablamos de derechos fundamentales, estamos hablando de esas capacidades y atributos que nos pertenecen a todos por igual y que manifiestan nuestra dignidad como personas. Por tanto, su existencia y su titularidad no dependen de nada ni de nadie. 

Si no se entiende esta premisa, pueden cometerse graves errores. Por ejemplo, pensar que los derechos fundamentales dependen de la voluntad de los líderes, de las normas de cada país o de las organizaciones internacionales. 

En nuestra historia como humanidad siempre hemos buscado la forma de instaurar el respeto a la dignidad de las personas y de crear condiciones materiales y sociales que garanticen esa dignidad. En tal camino, hemos errado muchísimas veces y descuidado el núcleo de esa dignidad. Es usual identificar en nuestra historia muchos ejemplos en los que parecería que confundimos “dignidad” con “estatus”. Por ejemplo, a más prestigio, títulos de nobleza, apariencia racial, adornos sociales, aplausos culturales, etc. mayor posibilidad de recibir un trato digno. 

Es decir, hemos equivocado el rumbo al percibir que nuestra dignidad depende de conceptos utilitaristas. La dignidad humana, en esta perspectiva, ha desplazado la “universalidad” (para todos sin distinción) y su fundamento ético o espiritual al mundo de las “apariencias”. En este contexto, las divisiones raciales, sociales, políticas y económicas; así como las fronteras, han sido elementos determinantes para construir este tremendo error. 

En los últimos años, la degradación de los derechos fundamentales ha llegado incluso a áreas que jamás hubiésemos pensado que alcanzarían. Me refiero al menoscabo actual del derecho a la intimidad (opinión, espacios personales y privacidad). Las redes sociales y la ciber-tecnología están ingresando inclusive en estas áreas. 

En este sentido, es importantísimo recobrar la esencia de los derechos fundamentales como núcleo y fuente de la ética universal. Recobrar el sentido profundo de la declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando advierte que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. 

Un tema que nos atañe directamente a todos y cada uno. Evidentemente, para los cristianos es un tema ineludible. No es un asunto de criticar o analizar. Es un asunto de implicarnos personalmente. ¿Cómo percibo lo “fundamental” de los derechos humanos? ¿Soy capaz de ver la dignidad compartida por sobre razas, condiciones culturales, económicas, etc.? ¿Reconozco la semejanza? ¿Hablo, me comporto y actúo con todos por igual o mi conducta revela discriminación? ¿Respeto a personas que no tienen cualidades “socialmente” valiosas? 

¿Estoy consciente de que el desconocimiento y menosprecio de los derechos Humanos han originado actos de barbarie y hechos históricos ultrajantes? ¿Estoy consciente de que esos tremendos errores humanos han causado temor, miseria, guerra, violencia y mucho sufrimiento? 

Comprender lo “fundamental” de los derechos humanos es también comprender nuestra fe. Es comprender la parábola del buen samaritano. Es asumir la respuesta sobre ¿Quién es mi prójimo?. 

Para comprenderlo mejor, profundicemos en: Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Lc. 6:32-35. 

PROGRAMA DE ACOGIDA Y ACOMPAÑAMIENTO 

En este año, la misión aspira a consolidar su programa de acogida y acompañamiento mediante un nuevo servicio a la comunidad. Acompañar a las personas que se sientan solas y procurarles un espacio de acogida auténtica y amorosa. 

En tal propósito, la misión ha capacitado a un grupo de voluntarios que están dispuestos a dar su tiempo y acompañar a personas que transitan por la soledad. Entendiendo por “soledad” no solamente al hecho de carecer de allegados, familia o amigos, sino, sobre todo, a la percepción subjetiva de necesitar y anhelar una compañía genuina y auténtica. 

A partir de esta capacitación, hemos emprendido el camino de invitar a personas que necesitan este acompañamiento y emparejarlas con nuestros voluntarios. Nos hemos planteado como primera fase, un acompañamiento por vía telefónica, aunque siempre estamos atentos a las necesidades particulares de cada persona. 

Nuestras primeras experiencias en este programa nos han animado muchísimo a seguir en este camino, pues estamos conscientes del inmenso valor que tiene la compañía en la vida de las personas. Y es que la soledad cuando se convierte en un deseo frustrado de compañía, de atención, de acogida, de escucha y de afecto, nos puede perjudicar en nuestra salud emocional, psíquica y física. 

Así que le animamos a ser parte de este programa. Si usted conoce a alguien que está en situación de soledad, aislamiento o simplemente desea charlar y compartir con otra persona, por favor comuníquese con la secretaría de la misión o al correo electrónico: mcle.cuentaconmigo@gmail.com. 

Por una comunidad que cuida de todos y con el compromiso de ofrecer tiempo de calidad y una acogida genuina. 

Grupo de acompañamiento de la misión católica de lengua española-Zürich. 

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